De lo que pasó a ser depredador a recolector, queda en esencia el hecho de poner una trampa para ganar un beneficio.
Cabe la entrada que en el fondo un recolector debe emprender alguna acción para sacar el beneficio, el trabajo, la acción que en un sistema se convierte en valor monetario.
Llegamos al primer dilema, el precio.
El emprendedor necesitará algunas trampas para sacar un beneficio.
Matemáticamente partimos de 2 premisas que confabuladas pueden sacar un beneficio exponencial.
Estos beneficios son los que busca un estado de derecho y el resultado es una masificación de depredadores que caen en sus trampas.
Desde el pequeño recolector hasta el mayor de los depredadores, todos caemos en nuestras propias trampas.
Y digo propias, ya que como ser mil-millonésimo, me pertenecen. Nací en esta sociedad, en esta latitud, dentro de un sistema milenario que jamás aprende suficiente.
Cuando estos días leo y escucho noticias sobre Millet, me acuerdo de tantos y tantos empresarios que he conocido en mi vida, y tantos seres con aspiraciones a cargos públicos… en fin, leyes matemáticas…
