lunes, 28 de diciembre de 2009

Inocente culpable


Hoy hace 5 años que el director del CPHB, “la Modelo de Barcelona”, vino a echarme a la calle. La mayoría de mis alumnos hubieran preferido ser ellos los expulsados del centro, pero esto son las paradojas de este miserable país.

Todo empezó gracias a mi inmediato superior, que debía compensarme un exceso de horas realizadas por mí durante el 2004, con las que contaba pasarme unas mini-vacaciones de navidad con mis hijos. Pero se negó a concedérmelas.

Así que el 24 de diciembre de ese año me encontraba trabajando en el centro, dando una lección más de Ofimática, a 24 internos. Ese día tocaba imprimir los calendarios que habíamos confeccionado durante esa semana. Unos calendarios de bolsillo, donde en una cara había el calendario del 2005 y en la otra cara, cada alumno había hecho su propio diseño, con fotos de sus hijos, mujeres y otros motivos navideños.

Una de las partes complicadas del ejercicio era que coincidieran las 2 caras del calendario. Así que preparé un diseño para hacer las pruebas de impresión. Ese diseño contenía las siglas de CIRE, que jerárquicamente eran mis superiores, había un mensaje de felicidad para esas fiestas y en un rincón, con fuente de 5, había las siglas CPHB, con un texto que no coincidía con Centro Penitenciario Hombres Barcelona. Puse un sinónimo de Penitenciario y en lugar de Barcelona puse Buenos.

La impresión, después de recortar uno a uno los calendarios de prueba, salió bien, así que los alumnos fueron imprimiendo sus calendarios.
En total salieron 16 calendarios de bolsillo con el diseño mencionado, que en lugar de tirarlos a la basura, por la utilidad del calendario y por la intención de dar las buenas fiestas, los repartí entre los educadores, esa misma tarde al terminar mi jornada de 5 horas remuneradas.
El 28 de diciembre de 2004, al llegar al centro, un funcionario me mandó ir a ver al director en su despacho. Este estaba muy molesto con los calendarios, me dio una buena reprimenda verbal, argumentando que ese texto era una ofensa contra la institución, perjudicando gravemente la seguridad del centro y cuando terminó su discurso me dijo que podía ir a dar clases.
Llevaba una hora dando clases, cuando llegó el director en el aula pidiéndome el archivo informático de los calendarios. Yo lo había borrado el mismo día que los imprimí, así que se quedó sin la “prueba del delito” y su inmediata reacción fue echarme a la calle. Él mismo me acompañó hasta la puerta. Yo no salía de mi asombro, iba mirando si había cámaras ocultas, hasta que me encontré en la calle.
Año y medio después, un juez me daría la razón y recuperaría mi trabajo en la Modelo, pero ese director sólo había empezado su batalla contra un trabajador honrado y lleno de voluntad como he sido yo. Una batalla que no ha sido sólo contra mí, lo que más le preocupa a ese director es la Informática, ya que algún día llegará un juez, revisará discos duros del CPHB y hallará la gran estafa de ese cuartel militar, de esa universidad de la delincuencia. Y también hallarán al sicario que ha colaborado en este fraude, que es feo, calvo y tiene un negocio de Instalaciones que lleva desde el despacho de la FPO del CPHB.

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